Videojuegos: Antes vs Ahora. Cómo Viví la Gran Evolución del Gaming (Nacido en 2000)
Mi perspectiva personal sobre los cambios radicales en el mundo del videojuego: de las consolas retro, los juegos físicos y el multijugador local a la era digital.
Nací justo en el cambio de milenio, un momento fascinante para el mundo, y especialmente, para los videojuegos. Mi infancia y adolescencia temprana transcurrieron en esa época bisagra donde el pixel daba paso a las 3D más pulidas, y la conexión a internet pasaba de ser un lujo ruidoso a una necesidad. Mirando atrás, la forma en que vivíamos los videojuegos entonces y la que vivimos ahora es, simplemente, abismal. Y sí, tiene un toque muy personal para alguien como yo, un gamer nacido en el año 2000.
Recuerdo que "antes" –ese "antes" que para mí son los primeros años 2000–, conseguir un juego era todo un evento. Íbamos a la tienda física, a veces de segunda mano, y tocábamos las cajas. Comprábamos una revista, como la mítica Hobby Consolas o Superjuegos, y devorábamos cada página, soñando con los juegos que aún no teníamos. Las demos en CD o DVD eran tesoros que quemábamos hasta la saciedad. Jugar no era tan instantáneo; había que cambiar el disco, esperar cargas que hoy parecen eternas, y si tenías suerte, compartir la consola con un amigo codo con codo, en pantalla partida, o turnándoos con el mando. ¡Ah, el drama de que te mataran justo antes de llegar al punto de guardado!
La conexión online, si existía en consola (que en mis primeros años era casi impensable), era algo exótico y complicado. El multijugador era local, ruidoso, lleno de piques reales en el sofá. Los descubrimientos en los juegos venían de boca en boca en el patio del colegio o de trucos leídos en la revista bajo la mesa. Un juego era una experiencia contenida en un disco, con su principio y su final bien definidos. Te lo pasabas, lo disfrutabas, y pasabas al siguiente (o lo cambiabas por otro en la tienda). Había una sensación de completar algo, de exprimir al máximo ese universo que tenías instalado en tu memoria o en tu tarjeta de guardado.
De repente, la cosa empezó a cambiar a mi alrededor. El ADSL llegó a más casas, las consolas se conectaron a internet de forma más fluida (hola, PS2 online, Xbox Live), Steam dejó de ser solo un launcher para Half-Life y se convirtió en una tienda digital gigante. El teléfono móvil dejó de ser solo para llamadas y se transformó en otra plataforma de juego. Y entonces, llegó el "ahora".
Hoy, el gaming es casi el polo opuesto en muchos aspectos. Los juegos nacen directamente en formato digital o el físico es casi un coleccionable secundario. Tenemos bibliotecas gigantescas en la nube o en discos duros masivos. La información es instantánea: si te atascas, un vistazo a YouTube o una wiki lo soluciona. El multijugador es dominantemente online; te conectas con gente de todo el mundo (a veces sin decir una palabra, o con chat de voz), y el concepto de pantalla partida es casi una reliquia del pasado en muchos títulos.
Lo más significativo es que muchos juegos ya no son "productos" cerrados, sino "servicios" vivos. Juegos Free-to-Play, actualizaciones constantes, pases de temporada, eventos en vivo, microtransacciones... el juego nunca termina, siempre hay algo nuevo, algo por desbloquear, algo por comprar. La comunidad no está solo en foros; está en Twitch, en Discord, compartiendo cada partida en tiempo real. La accesibilidad es increíble, puedo jugar en mi PC, en mi móvil, en una consola potente o una portátil híbrida.
Para alguien nacido en el 2000, esta evolución ha sido presenciada en primera persona. He vivido la magia de soplar un cartucho, la emoción de ir al videoclub a alquilar un juego para el fin de semana, y también la de descargar un juego en minutos o jugar online con amigos que están a miles de kilómetros. Echo de menos esa sencillez de antes, la reverencia por el objeto físico, esa tarde entera con un amigo pasando un jefe final en la misma habitación. Pero al mismo tiempo, aprecio la inmensa variedad actual, la accesibilidad, los gráficos asombrosos y la capacidad de conectar con comunidades globales al instante.
El gaming de "antes" y el de "ahora" casi parecen dos hobbies distintos, aunque compartan la misma esencia: evadirnos, divertirnos, desafiarnos. Vivir esta transición me ha enseñado a valorar ambos mundos. La nostalgia por lo que fue siempre estará ahí, pero la emoción por lo que viene y lo que ya tenemos al alcance de la mano es innegable. Al final, lo importante sigue siendo encender la pantalla y dejarte llevar por la aventura, sin importar si vino en un CD rayado o se descargó desde la nube.